Era de su padre. Me salió natural. No podía seguir apartando la vista más, ya no tenía fuerzas.

Dicen de la libertad, ¡menuda liberación! Cinco copas se tomaron cada una, arriba, abajo…A él no le importaba vivir siempre de las despedidas de soltero. Decían – ¡vamos!, ¡vamos!, se lo tiene merecido- cuando no –¡Únete!, si es tu marido.

Y ahora… ¿Quién coño cabalga ahora?… ¡Joder en mi propia casa! No podía seguir planteándome que estábamos todos locos señor juez… ocurrió, fui él, me sentí extraña.

Escribir un comentario