En voz baja, anhelo mío, te voy acostumbrando. Tú y tú, sí, reina maga, en tiempos de difícil tiempo y tus gustos; yo, tan fuera y tan dentro, con esta normalidad que no me creo y esa paz que vincula, tiende y ataca… Allí donde voy posando, se te ve, se te oye, se te confirma, y critica… ¡Qué incauto!, ¡qué sosiego íntimo de tu cielo en ruinas! Descansa, descansa, no me lleves por favor. De la nada a la nada somos nuestros equipajes. Estaré generosamente alerta por el viento entre mis pasos… y las consecuencias que eso podría tener; a veces vibras radicalmente. Lo que pisaría, sí, en cierto lugar ¡qué carácter!, ¡qué extraño!

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