PEBELTOR

n22

Marzo, 2020


Ni las peores supersticiones acertaron a adivinarlo,
ni las muchas sorpresas que guarda esta tierra pudieron aún con ello,
más se puede ir al encuentro de esos lugares desde casa,
transformándolo todo en un rincón de infinito encanto
sin correr ni andar por alguien que no camina por usted.

Quédense en casa,
si no saben qué hacer, yo les paso mis libros
(si no tiene dinero me lo dice y se lo regalo).

Entonces sí, Adelle se fue con Lew, a la puerta. Y no esgrimió nada Rose. Era una acérrima defensora de los tiempos de cada cual. Miró a un lado, y en la mesita leyó, enmarcado, a su Mark Twain: Cuando llegue el fin del mundo quiero estar en Cincinnati, porque allí siempre van con un retraso de veinte años. Había llovido toda la noche, le tocaba estar de pie a ese texto. En silencio se fue hacia el piano, un silencio interrumpido solo por la radio, cosa de Lew, que tenía esa manía de dejarle puesta la misma, peor que un conductor, sonando entrecortadamente.

Cosas de China y su entorno:
-lugares que nacieron-
w160
Miren, miren, muchos son los atractivos
Mary McCarthy
Aquel día, o noche más bien, otro de los grandes logros a futuro de Garlan estaba en la bonhomía de una casa donde encontró una tolerancia encomiable con una amiguita suya de nueve años.
Otro paripé más de esos ciudadanos trabajosos y trabajados, empeñados en volver siempre a casa, como si con ello respirasen.
Ella, la vecinita, en los escalones fumando. Vestida con vaqueros, deportivas y cosméticos como para asfaltar toda una calle.
Hap o Leonard le llamó al gato (para envidia de su gatita), que la escudriñó como si la conociera de toda la vida una vez pasados los primeros momentos.
Blanca, heterosexual y en una reconfortante quietud. Garlan encantado de tener más nombres, y vecinas.
img-20200224-wa0001

Y cuando el hambre sea la misma hambre

El hambre era la misma hambre
Nos cambiamos de máscara y aplaudimos, bailamos o hacemos caceroladas, cualquier cosa menos hacer el gilipollas e incumplir los consejos (que son normas) de hacer lo que le venga en gana a cada cual; solo así, repito, solo así, dejaremos de toser, de sentir picores, pinchazos o espasmos, y de estar febriles por interesados, pues la naturaleza predomina y hay que saber dónde tener los pies y la cabeza.

Personajes necesarios somos todos,
que nadie se atribuya protagonismo
en medio de tan sofocante crisis.

Pronto dirán la enfermedad del siglo, de la era,
más la muerte de un hombre en manos de otro hombre siempre fue algo raro,
extraordinario: un fenómeno que se sale de lo normal.
Comportémonos cada día y en cada hora.
Considerarse culpable de todo, sentirse un ignorado malhechor,
un bandido enmascarado no debiera ser ni un morboso deseo.
Una vez perdido el freno, no podrá ya contenerse.

Volvamos a esa otra vida que habíamos olvidado, y que existe:
w170

Para sueños imposibles,

pronto saldrán hasta enloquecer sin límites
w162

Pero algo caracteriza esta época: los peques y los mayores.

contraportada
esbozo-1
Todo lo que se refiere a las costumbres,
a las relaciones y al orden humano,
enseña; y leer.

Tienen mucho que vivir aún:
Hay libros para adultos -como por ejemplo Mary McCarthy o China y su entorno-,
para los peques, leídos a solas o con y por los mayores -Grecas y Lunares-,
y para adolescentes -en días sale editado El día que llovió hacia arriba-.

www.pebeltor.com
facebook twitter instagram google-plus youtube
MailPoet