Tag: gastarse todo el dinero

13
Mar

Lo tenía todo, y no tenía nada

Toda vez que uno no es ni joven ni viejo, habiendo llegado a lo que sería la mitad de la vida, se tienen intervalos de brevedad en la que nos planteamos grandes cuestiones de nuestra condición humana, y uno se pregunta: ¿Qué haría si me dieran todo el dinero para gastármelo? No todo, pero sí veinte mil al día le dio su padre (el señor Lowell C. Denson) a Cynthia, la protagonista de la novela Lo tenía todo y no tenía nada.

Lo que sucedió después tiene que ver con la fuerza de lo que nos mantiene a flote contra la amargura o el hartazgo. Es ambición, entre otras muchas cosas, sin que por ello uno se olvide de todos los fundamentos. Cynthia, como hija, quería vengar la muerte de su madre; y culpaba a su padre.

Pero hubo de evitar la fatiga del ser, la melancolía del crepúsculo, disimular las grandes alegrías y los grandes dolores. Su madre, que de niña fue lo equivalente a toda su existencia, en su crecida adolescencia también pasó a ser resignación para vivir de la mejor manera posible.

La obra, por momentos impactante, esclarecedora y reflexiva, destaca la travesía de la joven niña rica, mimada y consentida hasta llegar a ser toda una royal, miembro de la familia real británica, y casi que más, pudiendo incluso llegar a reinar, si la dejan. Rigor y diversidad, en toda esa Norteamérica de partida, que confluyen con ese sentimiento de venganza y otros tantos delirios y los portentosos intentos de cuadrar la más condenable violencia con la propia pertenencia.

Un rompecabezas donde tienen cabida la Tercera Guerra Mundial, así como la alteración de la atmósfera y el medio ambiente por los cambios climáticos más reveladores y asombrosos que entretejen las memorias de quienes pretenden su nuevo orden mundial, señal del complejo proceso de la autoridad.

Como institutriz, Cynthia tiene a Esther Doña, una cicerona de armas tomar, con la dosis justa de erudición. Umbrales que de por sí excede Friedman, el policía más condecorado de la ciudad de Nueva York: la esencia misma de esa frontera entre dos mundos y dos realidades.

Vivir o morir, reinar o fracasar. Ese es el caramelo y anhelo de estas páginas. Diálogos vivos y un variopinto grupo de personajes ordenados en hileras hasta el infinito, en esa patria de los suicidas que aspiraban a suceder a la Reina Madre en el trono de Inglaterra, sin esconder del todo la valorización moral de la sociedad en el año en el que la monarca cumplía los ciento ocho años, referencia inexcusable dentro del panorama internacional, sustentando agudísimos sentimientos y conflictos íntimos, amén de galardones y reconocimientos, lealtades y traiciones.

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