Tag: Gay y discapacitado

3
Jun

El letrero de Coca-Cola

Lo prolijo de su trabajo hacía el resto, junto con el alto pino que asomaba y vendía más que todas las voces gastadas, marcando el lugar con un letrero de Coca-Cola.

Un gran árbol que eligió dónde crecer y sin mayor quehacer que servir de poste, muy por encima de la grandeza de los hombres en la abrupta intemperie de un bancal que servía de bar aplacando el vértigo de la búsqueda incurable con el silencio roto por lo azul del mar, atado a su hojarasca y una entrañable caracola que alguien dispuso, más el mirlo con su pico naranja haciéndole de alféizar.

Extracto del libro Gay y Discapacitado

Lo tienen disponible en Amazon

PEBELTOR

2
Mar

¿Cuántas veces se debería leer un libro?

Los peces no pueden dar conferencias sobre natación, ni los escritores sobre lectura. Hay escritores que narran sobre la vejez, sobre su falta de pudor, su incorrección y hasta se atreven con el humor negro. Pudiendo hacerlo con una visión sutil, insólita y divertida, caracterizando los personajes y todo ese coro de voces, dentro o fuera de los estereotipos mundanos. Pero, ¿y si no se entiende?, ¿o no gusta?

Pasa como con los finales. ¿Por qué esa dispersión absoluta de algunos?, ¿o porqué ir directamente a lo más recurrente? Mezclar las ocultas intenciones y las efusiones emocionales, además de -algunos- ideologías y políticas, dificultan la asimilación, por buenas que sean las sintaxis y adjetivaciones. Todo matiz que no consigue su objetivo es añadir ambigüedad a una obra que quizás no la precisa. Si bien, al narrar se escribe o al escribir se narra y, por tanto, se relata, siendo lo bueno, bueno, y lo malo, malo.

Decir que alguien ha leído el Quijote más de cuarenta veces se hace como ofensa no como halago, en plan “está chalado, casi peor que el Hidalgo Caballero”. Pero ¿a que nadie se atrevería a propinar un pistoletazo en medio de un concierto? ¿Ni nadie critica escuchar una canción muchas veces?

¿Por qué es una aberración leer algo mucho?, ¿o nada? ¿Acaso un pez nada mucho o poco?, ¿acaso es mejor o peor pez por nadar mucho o poco?, ¿gusta más?

¿Puede un libro no dejar de tener profundidad y originalidad, sin resultar cargante?, ¿o tocar varios temas en uno?

Habiendo terminado la novela Gay y Discapacitado, y dándole un tiempo para estar en la nevera, reposando (algo que hago por primera vez como autor), me pregunto si ¿será fácil o difícil su lectura por el público? Muchos, por el propio título, ya pensarán en protagonistas varios; otros lo conducirán a la crítica despiadada. El caso es que esa melodía de asonancias y rimas no ha ensombrecido mi locura ni mi pensamiento, creo. He aprendido cosas que no sabía y que viví de pequeño, como la Guerra de los Balcanes. La primera guerra que pude ver por televisión, y que sigue, como tantas otras. En Isla Cristinita, lugar donde la obra transcurre, hay libros y peces, personas y guerras, bicicletas, dinero, turismo, buena comida, etc.

 

17
Dic

Un ratito más contigo

Tisma venía a serle el complemento perfecto. Alguien que se le acercaba intentando escapar de esa guerra malintencionada, en la que no solo hubo cuatro generales, cuatro curas y otros tantos banqueros, y en la que todo se volvió fácilmente manipulable a la sazón de los discursos ideológicos y xenófobos usados de modo claramente partidista.

En diez días de lucha sin cuartel supo todo sobre el drama humano sin necesidad de verlo por la televisión o un ordenador, que los tenían, y de los mejores en sus días. De estudiante modelo pasó a ser un joven soldado en la retaguardia de sus prismáticos para defender su casa viendo partir a su madre sublevada de su padre en clara legitimidad.

La fiel infantería de su hermana durando bien poco, oyéndose unos y otros dispararse, matarse y sobrevivir en el mismo idioma y ninguno, perdiendo los jóvenes de todos los bandos, y esfumándose todo aquel ingenio, talento, desarrollo, valor y dignidad con tanto extremo e irresponsabilidad.

El bueno de Kovacevic en la cama intentaba cerrar la herida y no podía, pero lo intentaba, guerreando sin mando ni suerte. Pegarle no se le pasaba por la cabeza. Ella le atusaba el pelo, ni por Dios ni alguna que otra bandera, solo por él. Aunque veía morir a mucha gente, de muchas maneras en un rencor asustadizo, queriendo la vida, oliéndola, sintiéndola, compartiendo el miedo, su frío, y hasta esa sangre que le resbalaba de cuando los casquillos de bala vacíos asomaban de nuevo en sus oídos.

 

Extracto de la novela (todavía en curso) que lleva por título Gay y discapacitado

ambientada en un lugar donde no había tren, pero sí estación de tren; 

y donde caminar sobre el mar no era cosa de dioses, sí de surfistas; 

donde había un Cerro Gordo y una Casa Madre; también un ciego; 

y donde los buenos hombres también tenían secretos; y ellas, sí. 

El mundo engullía a las personas como ellos: sin maquillaje.

 

“Cuando escribo soy pobre,

pero siempre tengo dinero”.

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