Tag: La frágil moral

26
Nov

El ayer, el hoy y el mañana

9
Nov

Cada mañana la arropaba

Cada mañana la arropaba, sin que la misma suspirase. Para el desayuno. Le decían todos los nombres, y le hacían gracias. Los niños le ofrecían pastelitos redondos rellenos de dulce de leche o crema pastelera cuando no se enteraba nadie, o alguien disimulaba.

Y justo antes de abrir las puertas le tiraban un beso.

Las meriendas ya eran otra cosa. Y una vez llegaron a reunir a cien personas. Solo una vez, porque casi la asfixian.

Ave María Purísima le decía la abuela sin pecado concebida, como aurora que anunciaba la llegada del sol.

Los pájaros, al menos de siete especies, no se explicaban su mudanza. Viéndola con respeto, que no con desdén, asomándose levemente desde el balcón. Uno, una vez, llegó hasta la faldilla.

Fue de lo poco que quedó tras la venganza del campo, aquel apocalipsis amarillento, con las epidemias, las fieras salvajes y volver a matarse con la espada.

Un padre, roto y sumido en el dolor más absoluto. Pero padre, y madre también, frente a la fugacidad y el colorín de la sangre fresca. La resistencia de una generación casi olvidada, por el eco de las bodas y la mirada del alma.  

La Frágil Moral

PEBELTOR

16
Mar

Sordas miradas

-Hemos vuelto a los Sesenta: podemos hacer cualquier cosa, pero hacemos lo mismo -apostilló el coronel, obligado también a desdecir a los de su pinganillo-. Te mienten para no perderte y te pierden por mentirte

El amor era un beso inesperado en la frente, y así sucedió. Un paréntesis en la omnipotencia de la carne, los voluptuosos balanceos y los transparentes tejidos a la luz de las candilejas cargadas de sordas miradas.

PEBELTOR

A buen juez, mejor testigo

24
Jun

Dejar a la vida hacer lo suyo

Esa niña, tratada como mujer, no hacía verdaderos sacrificios de dietas y horas de gimnasio demenciales para mantenerse en la talla treinta y seis, estaba en el canon de belleza de por sí, impuesto por el mundo pendejo y apetitoso. Ni grandes senos ni caderas anchas. Era una joven de sumisión y obediencia con pechos altos y caderas prominentes. Destacaba el cabello oxigenado y la piel morena que dejaba poco a la imaginación. Ni Venus paleolítica ni cuerpo pequeño y delgado, sino un furor de connotación pedófila de principios del siglo XX. Una de tantas que podrían atarse un corsé, aprender a trabajar su cuerpo con movimientos naturales mediante calistenia, sin máquinas, y optimizar su pasado, ejercitando de manera eficiente las fibras musculares y articulaciones. Por eso mismo se la subió, porque estaba en la lista: el cuaderno.

Extracto de La frágil moral

Disponible en Amazon

PEBELTOR

27
Feb

La cara del revés

Le contó esa pena infinidad de veces, sobre todo cuando salían a cazar grafitis. Les ayudaba a sentirse mejor. Les hacía pensar que su hermana no había desperdiciado su vida al arrojarse, destinada a una cámara en ristre permanentemente, siendo alimentada y sondada con el menor ruido posible, salvo por ese respirador artificial y el facto del miedo.           

El general más mediático dirigía la defensa y los rescates, también la habitación de la hija del presidente. Tenían una comisaría instalada en el Centro y todo lo que comportaba. La música y ellos componían los ánimos descompuestos, amén del arte que aliviaba los trabajos y los males.

Extracto del capítulo Flores de abundancia, de la novela La frágil moral

-solo con una buena actitud no llegarás a ninguna parte-

(Disponible en Amazon: a buen juez, mejor testigo)

17
Dic

¿Demasiado servicial? Y no

El derecho no está para discutir, es la suma de todo, decía yo antes, y ahora.

Verán, me he duchado, cenado, cepillado los dientes y remirado un poco. Y sí, saltan esas alarmas que todo lo relacionan. Resulta que llevo meses documentándome y escribiendo un libro que se titula La frágil moral; aún le queda, si bien, ya he cruzado el horizonte como quien dice.

El protagonista es un tipo de esos que se dedican a las políticas de los años ligeros, como ser mercenario y trabajarse todo tipo de almas perdidas. Forma parte de un hábitat disperso que me surgió. Como me ha surgido ese nombre de la mujer encontrada muerta en la provincia de Huelva. Una tal Laura, como mi hermana. Pero pienso más en su madre, por si la tuviera, que, condenada, deberá aguantar aún timos, cuando menos en los tiempos de espera. Supongo, que ya sabrá que es mejor ignorar que odiar.

Es la historia interminable… uno que estuvo en tal sitio, y que luego… pero al final no pudo… y… en fin. Que no son incongruencia ni erratas, sino otra muerta que nos espera paciente a que los vivos nos dejemos de realidades ocultas. ¿Qué paso?… Ni lo sé ni me importa. ¿Qué sé? Que mi personaje, ese de La frágil moral se haría otra muesca y diría “17025” sin más. Él no se haría más preguntas por la princesa prometida o lo que fuera esa maestra interina. Y estoy seguro que si nos ponemos a mirar estadísticas de muertes violentas, la cifra no es significativa a nivel mundial. Es más, dentro de un semestre ni nos acordaremos. Seguiremos con los sueños de Europa, los templos de parada y fonda de los famosos, y tantos negocios integrados verticalmente. ¡Hasta abriremos algún regalo de Navidad, quizás!

Eso para quienes vivan con alguien y se den a alguien. Yo podría ser hoy como mi personaje, y quién sabe si haberme construido una casa sobre un camión del ejército. No obstante, uno vive en sociedad, y hay reglas. Sin ellas entramos peor que salimos de las consecuencias notorias de las migraciones. Digo entramos, porque el malo perfecto no existe, todos somos malos. Si nos fijamos, esa joven Laura de malvada tenía poco en su cara, más bien lo contrario. Y por aburrida que fuese, o como si se llamase Isabel, estoy seguro que en algún momento pensaría: igual lo dejo por mi madre.

Fue un antes y un después. Y no creo que en las ciudades del desierto, sino en ese pueblo u otro cercano, o en la capital, hasta en su clase, siendo la maestra más aburrida del mundo para ese alumno que no le atendía debidamente. Posiblemente se quedaría inconsciente tras una sacudida. Si fuera mi hermana, ahora, fríamente pensaría eso, querría pensarlo y acertar. Lo otro sería replantearse si merece la pena pagar tantos impuestos. Hasta me pensaría aquello de ir a coger la mayor ola del mundo. ¡Todo sería una puta mierda! Un antes y un después… De recuperarme prácticamente no saldría, como que viviría en un hotel incluso en mi propia casa, de la cama al baño y poco más, sin ni hacerme la misma, y como único trato un colchón.

Pero no, en unas horas me pondré un jersey llamativo, que me suba el tono; trabajaré como el que más y salvaré mi vida, porque lo que no se puede es ser tan servicial con quienes no cumplen. Son ellos quienes han de hacer las maletas y empezar una nueva vida; siempre habrá una segunda oportunidad. Me gustaría que mi hermano mayor me dijera eso… tampoco hablo mucho con él. Eso también debiera, dentro del no saber qué es Europa. Y con mi hermana. Y con mi madre. Pero ahora solo tengo un amigo: una figura incomprensible, quisiera.

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