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Marzo, 2021
La violencia desbocada de los días tiene su premio;
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siempre vale la pena intentarlo una vez más,
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en tan lodazal de egos y pareceres:
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"Lo prolijo de su trabajo hacía el resto, junto con el alto pino que asomaba y vendía más que todas las voces gastadas, marcando el lugar con un letrero de Coca-Cola. Un gran árbol que eligió dónde crecer y sin mayor quehacer que servir de poste, muy por encima de la grandeza de los hombres en la abrupta intemperie de un bancal que servía de bar aplacando el vértigo de la búsqueda incurable con el silencio roto por lo azul del mar, atado a su hojarasca y una entrañable caracola que alguien dispuso, más el mirlo con su pico naranja haciéndole de alféizar".
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a disposición de editoriales y agentes.
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"-Eslovenia es una puta mierda, como cualquier otro país de mierda. ¡Sí! Y España. Te podrás bañar en el mar por la mañana y acostarte en la montaña por la noche, pero ¿qué? ¿Quién? ¡Claro que hay pobres y tontos! -impulsó con urgencia, rabia, esplendor y arrojo. Hasta se despojó de algún ropaje como si con ello dejara más al aire sus sentimientos, surgiéndole.
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Ni le dejaba nombrar a su país, Bosnia. O al que sintiese Kovacevic.
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-¡Eslovenia es una puta mierda y sanseacabó!".
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Hay historias que comienzan muy, muy lejos,
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y que acaban bien cerca...
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Para nada es un silencio obligado: ¡es vida!
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quizás parezcan seres pasivos, pero solo piensan en una cosa...
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La realidad, siempre presunta
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Guapa, dispuesta, elegante, viva. Así era ella, mucho más que presencia. De esas personas que avivaban el color rojo haciéndolo más fuerte si cabe. La vida no se le hacía bola, la vivía. Esa doncella hacía visible lo invisible. Estar a su lado implicaba un resurgir de planes y mapas, hasta los de papel y esas bolas tipo “mapa mundi” …
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Literaturas fronterizas
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Ese brillo del pasado que nos exhibe su verdadero rostro si lo sabemos apreciar, muy especialmente en la normalidad de los días... los que somos así, dicen.
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La piel siempre recordaría la caricia o la cicatriz...
Habitar con mundos que no hemos imaginado,
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y eso que CADA EDAD TIENE SU OLOR.
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Cuando la naturaleza reclama para sí, arrolladora, inquietante,
más la noche pertenece al olvido que seremos,
aparecen las Mary McCarthy:
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Deshabitadas, ¿o no tan deshabitadas?
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En mis textos se huele a la gente, y hasta se la llega a ver:
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los ojos mudos de los hombres pasan, unos tras otros;
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y sus sonidos, así como la risa y el olvido,
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"No se puede ser lo que no se es".
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