Minutos antes había desmadejado sobre la cama, entreabriendo los ojos, a una de las hijas de esa mujer que les dio cobijo, alimento y a la vez derrota y éxtasis, dejándola como muerta tras dos o tres sacudidas violentas.
Y si no fue él, fue otro más discreto, desembarazado y eficaz que se zambulló en ese deseo, pues la piel de la adolescente con la luz que dejaban entrar las cortinas, anaranjada y cálida, tuvo una textura labrada y pulida como de piedra preciosa, meticulosamente bella en esa fracción de segundo en la que la menor dudó de su condición de Amish, desvergonzada y sublime, dejándose a ese escorzo de la refriega entre los cuerpos y esa resistencia íntima y profunda del pudor sostenido y culminante, para luego tener que pasarse el resto de su vida callándose y escuchando a gente que se lo callaría también.
Extracto del libro 20000 $ al día -en curso-
PEBELTOR (El imperio de lo sentidos)
¿Nos bañamos en un libro?
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…
La primera vez que le seguí se llegó hasta un extraño lugar de su calle, al comienzo de la parte…