Para vencer la jaqueca, ella emprendió su crucerito paradisíaco en busca de su hermana china lo menos, rebuscando sin que la báscula se le acentuase, hasta sintiéndose más joven y liviana en sus variados aspectos.
Huelga decir, que no encontró nada. Pero al menos, se evadió de las políticas de todos los días en las que los de la ejemplaridad no pueden con su propio hedor; los que buscan servir de remedio y atrezo andan de mal en peor; los de la regeneración moral se visten o desvisten (ni ellos mismos lo saben) de las mismas rutinas que los anteriores, diciendo sin decir; y aquellos que se erigieron como salvadores tomándonos por viejos idiotas, siguen sin tener más que su primera persona como enmienda única, ya ni sonrisas invitadoras. Cierto es, que el hastío es indescriptible, como que demasiado.
¡Y no me extraña!
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
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Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…