El carácter propiamente italiano vertebraba desde la raíz más profunda. El señor Meucci también. Otro que había releído la novela de toda una vida (El doctor Zhivago). Veía el futuro con tanta claridad como si lo hubiera detenido, y se hacía a los funerales a destiempo. La belleza extrema de esas capitulaciones dejaba sin aliento. Porque Pompeya era mucha Pompeya. Ni Roma había podido con ella. Bebían mucho y tenían relaciones sexuales, pero se les hacía caso a los de esa región. Estudios comparados les daban la razón: “Tienen menos probabilidades de estar solos, deprimidos y tener ataques de pánico; apenas hay asma, obesidad, presión arterial alta, úlceras gástricas, dolores de cabeza por migraña. Usan menos medicina”.
Fragmento del libro La importancia de verse
–en curso- (PEBELTOR)
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…