Si un día era como todos, todos eran como los anteriores, pasada la intervención. Tal decrecimiento provocaba que fueran menos y más viejos e inservibles. A las pocas semanas de su nueva estancia, cuando ya apenas podía desnudarse y vestirse por sí solo, debía familiarizarse con cada uno de los objetos mirándolos largamente. Las ilusiones pasadas no se las podían arrancar, llorando el tiempo viejo que nunca volvería. El reloj de la pared, el pomo de la puerta, la barandilla de la escalera, una alcayata que sobresalía tras un cuadro; hechos tan especiales que de estar bien le hubieran hecho cuestionarse el haber nacido y que le entretenían lo suyo, no así las comidas. El orden tridimensional del tiempo no existía en esas residencias de oficiales, vendidas como una maravilla de la ingeniería en parajes montañosos, regalo de su victorioso imperio. La soledad, el aburrimiento y el sentimiento de inutilidad eran las tres cuestiones que mataban a los ancianos medio sanos en las residencias. Los americanos les sacaban algo de jugo a sus viejos dignatarios antes de que la venganza de la naturaleza hiciera de las suyas. Esas personalidades siempre eran un buen punto de partida para seguir vendiendo la bandera, algo que sabían hacer como nación. Aparentaban una imagen fiel con su cadencia, arrugas y color de piel. Los solían enfrentar a ese trabajo mecánico, y a no estorbar. Aprendían a morir noche y día. Bastaba con hacerles inviable su correspondencia, que también estaba trucada.
Después de malgastar su tiempo en quehaceres despreciables se volvieron a encontrar. Nunca les gustaron las armas, pareciéndoles vulgares. Su trabajo…
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…