El fin de la infancia

    ¿Qué es?

    Se trata de una novela en la que se acusan los terrorismos del día a día, ordenada por capítulos. Además, la falsificación tiene hueco en los protagonistas, quienes persisten en superarse… Formando parte de la Colección Pebeltor, puede servir para consolidar el anterior volumen: Viento sobre el mar, o bien, destacar sobremanera la fotografía de los sentimientos etiquetados.

    No hay minutos de silencio gratuitos. Se asimila la muerte de un allegado y sus consecuencias, así como las presiones de vivir lejos de las personas queridas en otro duelo de verdades, mentiras y silencios. Es la revolución de comprometerse repudiando lo que les llevo a sentirse así, aludiendo a esa interpretación de la pérdida y la obligatoriedad de tomar decisiones, centrando las oportunidades, las prohibiciones y esas presiones que nunca se nombran, por ser, a priori, ingobernables. Son páginas donde la emoción nunca es excesiva, uno se abre en canal al vacío, el dolor, las caricias… y ese existencialismo que trasgrede las morales de los pecadores.

    ¿De quién trata?

    Son dos familias españolas que desencajan puerilmente a esas ovejas negras, las cuales intentan ocultarse en otros rincones, sumándose. La democracia y la libertad no son el mejor discurso, y esa cita para unirse les debería fortalecer, lo que sucede, es que esa medida tiene su umbral de la pobreza.

    Uno, debería heredar y favorecer la igualdad, negociando con los suyos formalmente una tregua, y en lugar de ello, pervive en una lucha atroz consigo mismo, por más que se esfuerce. Ella, la joven andaluza, lo del extremo de la boda de su hermano no le priva de seguir siendo una empresaria llena de ambición; trabaja encorsetada, muy especialmente por esas tensiones de los aguaceros y la falta de pan duro. Intenta mantener el pacto con una amiga reducida al acero, pero esa máquina de escribir no consigue perfeccionarle el gesto del todo. Servirse de otras ayudas, como su tía demente y esos juguetes de la espera, no moderan su comportamiento.

    ¿Cuándo se desarrolla?

    Comienza el uno de agosto de dos mil quince, y finaliza en el primer tercio del mes de diciembre de ese mismo año. Se repasan las actualidades que acontecen en esas fechas, incidiendo en la silenciosa algarabía. Y a renglón seguido se cuentan todas las verdades, hasta el pesar de un grifo que gotea. Siempre con ese afán de investigar sin altruismos ni suplantaciones.

    ¿Cómo se trabaja?

    La novela se presenta con un preámbulo. A partir de ahí, se despliegan sin remilgos las vidas de los dos protagonistas, alternando los capítulos. Las conversaciones en torno a la familia y el trabajo generan deudas en todo ese sentir que aporta disparidad bajo la simbología de los parecidos diversos. Silvia crece y participa. Tiene su huella, y la música de sus adentros; lo que no hace es imitar, tiene autenticidad, busca. El otro protagonista, siempre en entredicho, igualmente habla de su peculiar solidaridad y de la asignatura troncal: asimilar y vivir. O sea, cómo superar más que la pérdida la propia incomprensión de tener que acertar con el camino a seguir, aflorando la tremenda represión de preferir ser un rebelde antes que ser un hipócrita.

    ¿Dónde sucede?

    Toda esa regeneración se ubica en la España de siempre, yendo del norte al sur y viceversa, partiendo de una provincia castellano manchega, hacia la Andalucía más almeriense, en el interior de una comarca donde debería reposar un cuerpo, y en el mismo sentido, un pueblo gaditano donde se centran otras muchas preocupaciones. Si bien, es Madrid donde se pretende una confluencia de todos los pactos, especialmente en las inmediaciones del Paseo del Arte, concretamente en una sala donde se ubica el lienzo de Santa Casilda. No obstante, a falta de esa trufa negra que haga de la coincidencia de los protagonistas la mejor de las calidades, se manejan otras propuestas en lo que vendría a ser Venecia o el África de los esqueletos.

    ¿Por qué?

    Porque la cultura del olvido no se conquista tan fácilmente. Palpar esa otra manera de vivir un duelo, con desnudos recostados, ausencias y otras argucias no detienen el presente ni solventan el pasado, sino que dinamizan otras muchas iniciativas, como ese querer más inconformista. Al sentirse los protagonistas peor que refugiados, enseñan sus asentamientos… Y se quiera o no, la huella de la palabra genera contradicción, sobre todo cuando uno quiere vivir, no ya entender, empezando por las pequeñas cosas, tal que un escombro de piedras como punto de encuentro.

    ¿Para qué?

    Para sobrevivir, con o sin violencia, bajo el abandono del hogar más acentuado, cuando las luces de los municipios no bastan para sanar, y las lágrimas no contienen miel con el que contener las melodías que rigen las directrices de los adioses. El amor es esa máquina de pensar que no cesa, esa representación de las más vastas disculpas y ese brazo que no controla sus dedos cuando se quiere amar y/o matar, a beneficio de uno mismo… Para no quedarse con la boca abierta.

    ¿Qué formato se aplica?

    Se escribe en prosa. Tienen cabida algunas poesías. Toda ella es referenciada a su autor, nombrándolo. Ligar la superficialidad con esa simbiosis de la propia vida y las sombras de los demás permiten un brindis desafiante al jugar con los silencios, los arrebatos y lo inimaginable.

    Vivir es caro, aunque no se adquiera nada hasta que se rompa lo anterior. Ese patrón de continuación viene determinado por los recuerdos, la alta traición, y fundamentalmente, porque conforme se crece uno es más viejo, depravado y singular. Los aromas de los muertos, la mosca de la tontería y otros hermetismos son las historias de fuerza bruta por las que hay que pasar, tal y como la política, con su arte de enredar. Es la vanidad de las vanidades, lo mismo que sucede con el león más fuerte, quien sabiéndose poderoso, es vencido cuando se juntan otros tantos de su misma calaña, aunque menos valerosos: le abaten.

    Este mundo no es fácil cambiarlo, porque como tenemos tantas fuerzas de la naturaleza, nos desgastan y nos abocamos, bajo el dicho: “empezar quiere la cosa”. Primeramente uno tiende a repartir entre todos la posibilidad de error; luego, tras el fallido rescate, uno se centra en la discreción, la sencillez, la elegancia y el académico carisma de la naturaleza como mejor manera de respirar; para finalmente, al saber que la pregunta venía ya maldita, apercibirse de que la ciencia de la vida le conduce a uno a ese nuevo ecosistema dotado de las apariencias, las características y esos contenidos imposibles que muchas veces son nulos, como querer estar con alguien, cual remedio más eficaz.

    Todo sería más fácil si se pudiera olvidar, si realmente cada uno viese lo que quisiera ver, y si en las proposiciones empezase todo… ¡Pero nada!, toca aceptar sin desmayo esas reacciones sin premio, cuales sombras de reconciliaciones, tal que los aires cambiasen de sentido virando quijotescos, sombra y luz de todas las ventajas, uniéndose a los mismos para no ser ajeno, y por supuesto, para en sus estelas, reivindicar el silencio como un valor importante… Nadie quiere tener al lado un muerto, es la prueba fehaciente de que ya no somos inocentes.

    Si bien, dado que hay sueños que sólo existen por el recuerdo con el que se les acaricia, al caérsele los pétalos y el resto de las inflorescencias a esas que también tienen miedo, quedan otros menesteres que no se deberían de encarcelar, mostrando esa realidad escondida sin adulterarla. Palabras, dinero, poder, amistad, aislamiento, todo adquiere un tono de ingenuidad cuando uno no obedece a algo más profundo… La economía de la competitividad nos lo omite, y uno sería más analfabeto si cabe, salvo por el contenido del último mensaje. En este viejo, esencial y renovado diario se cuenta eso y mucho más, sin noticias de prensa, sin dictaduras, sin finales de trayecto; y aunque parezcan tonterías, todo ese magnetismo y el consiguiente veneno de la vanguardia de la ilustración y las memorias de sol son el mejor anonimato.

    Ser parte de esa tela de araña que se basa en la independencia, no es obstáculo para desgarrarse cual ladrón del tiempo como principio de precaución, antes de ser más ambicioso, yendo más allá, haciéndose Estado, y autor de los atentados. Siendo parte de ese  refugio tranquilizador de tener algo y no poder llevárselo, dispara la incomprensión y divide la vida entorno a valores que todos compartimos. Es una etapa, donde si uno quiere escapar, a la mínima se percata de que el frío ya está lo suficientemente habitado. Pudiera ser que lo más coherente sería estarse quieto, no hacer ruido y olvidar, no obstante, se pervive en la dureza y en los mínimos del amor, porque la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio (Cicerón),… y cada error se comete a su debido tiempo.

    Todo son eternas deudas, ya lo decía otro gran retórico y estilista de la prosa: Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo (Aristóteles).

    Preámbulo
    El grifo del campo
    Maneras de respirar
    Siestas de arena
    El morador insomne
    Sombras en el espejo
    El flagelo de la banalidad
    No espero menos de ti
    Huellas de luz
    Pacto de silencio
    Unidad popular
    La huella de la palabra
    Pasos precedentes
    Lágrimas del sol
    Mitades iguales
    El reinado de los sueños
    Cuerpo de fe
    Algunas pequeñas cosas
    En justa medida
    Escondites para ricos
    La obediencia
    Mañana nunca hablamos
    SILVIA (la hija de los panaderos, gaditana)
    AMAYA  (la sexóloga-psicóloga de la clínica privada a la que va Silvia)
    PAULA (la novia de su hermano)
    NICOLÁS (gestor de una naviera)
    DOCTORA GÓMEZ (responsable del ensayo clínico)
    FERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ (fotógrafo y scouter)
    Demás familia.

    Desnudos recostados; Luna azul; La Bella Durmiente; Dudas; Recuerdos; Hermanos; Silenciosa algarabía; Pañuelo; Almendras; Postura; Valor; Zapatos; Chocolate; Velo; Siestas de arena; Coronel; Santa Casilda; Locomotora; Araña; Zurbarán; Afuera; Morador; Matar; Pared; Periodo; Divisar; Pelotita; Cabecera; Mercader; Correos; Fotógrafo; Oráculo; Venus de Milo; Veladuras; Divina Comedia; Abuela; Boxear; Pacto; Silencio; Vainilla; Trajano; Falsificador; Apóstol; Cromosomas; Jefe; Peter Pan; Limón; Maremoto; Madame Bovary; Desnudo en reposo; Robo; Ensayo; Prenda; Valery; Conducir; Alicia; China; Notaría; Grifo; Rostro; Paseo; Pan duro; Sentencia; Acantilado; Tambores; Estrellas; Boda; Cicerón; Puta; Novia; Doctora; Golondrinas; Kant; Einstein; Hobbes; Galileo Galilei; Gaétan Picon; Augusto César; Platón; Hamlet; Voltaire; Locke; Cervantes; Kafka; Atila; Mirabeau; Píndaro; Hernán Cortés;…

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