Cada día se ponían una máscara. Ella lo llamaba maquillaje, ponerse guapa; él, haciendo de cómplice, no le arrebataba esa libertad y también se arreglaba. Hacia la noche ya tenían otras permanencias de pasión, anhelo y peligro.
Pero sí, pudiera entenderse que él solo cumplía con su deber y ella ansiaba escapar. Solo que los inocentes no salen corriendo y las esclavas paren esclavas.
Cuando salieron de la cárcel y entraron en la misma, ninguno supo qué elegir, separados. Y hasta el mismísimo día del juicio final dudó ese hombre condenado.
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…
La primera vez que le seguí se llegó hasta un extraño lugar de su calle, al comienzo de la parte…