Nadie les advirtió que extrañar y extrañar era el coste que tenían por contra los buenos momentos. Era la vida real, la del irse en un suspiro; la que no tenía otra ruta de salida que el dolor del amor y lo vivido. La de la habitación vacía y la caricia de la nada. Y el fingir que no se veían.
Qué vulgar era el amor, a veces… Y cuánto callaban los educados, olvidando haberse conocido, y que una vez y muchas estuvieron en la cama sin rogar y sin insistir, sin molestarse; en su blanco inmaculado. Ennegrecidos, no podían controlar las acciones de nadie, la lealtad salía del corazón de cada cual. Solo alguien extraordinario podía cambiar el paso, y que la casualidad durase para siempre.
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…