Alguien tuvo la delicadeza de tomarnos por más listos de lo que somos, ¿o no?
Con tantas cosas conocidas y extrañas, resulta que para la vida a ratos tenemos la fragilidad de los justos, estanterías compartidas, intimidades improvisadas, la automatización de tareas sencillas y hasta la casa del preso, en fin, un mutismo que encierra pánicos, donde ni la alegría de la esperanza.
Sí, el mundo se olvidó de llorar; es lo que nos hace ser lo que somos. Sigo sin entender ¿qué la hace la madre de su hijo pariendo a su nieto?, más bien que lo publicite, pues una cosa es la ciencia y otra la intimidad de las personas, sobre todo de los niños y los más indefensos, o ¿por qué se manipulan objetos inanimados habiendo personas como si todo lo demás no fuera disfrute y eso sí?, ¡y no!, no soy un conservador radical, en absoluto. Pero me siento raro, desubicado; hoy, nuevamente, he tenido que esquivar una ganga financiera: me han llamado del banco ofreciéndome ser rico adquiriendo un producto de los suyos, ¡cuánta fortuna! La dificultad de ahogarse le he deseado prudentemente a la comercial de la entidad mientras la misma ni se extrañaba con su gracia salvadora: “Sí, debe decidir entre el decidido y el moderado”.
Guardado quedaba lo que fueron el uno para el otro, más allá de lo visible de dos sillas, una mesa…
Después de malgastar su tiempo en quehaceres despreciables se volvieron a encontrar. Nunca les gustaron las armas, pareciéndoles vulgares. Su trabajo…
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…