Los días hasta zarpar eran solitarios, y también las llegadas. Las experiencias eran inclasificables. Tenían depresión y debían refugiarse, por ello ayudaba, y mucho, concebir lienzos, pintar paredes o perseguir ratas y gatos feroces, cuando no ir a follarse a alguien. Los militares no querían articulistas, elogios de la pereza, casas repletas de cosas o usurpadores. Ni lo querían ni lo admitían. No se podían permitir la tristeza, la angustia o los enfados propios y ajenos. El doctor encargado de la salud mental, en sí mismo era un albañil aficionado (para la electricidad o la fontanería apenas tenía mano).
PEBELTOR
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…
La primera vez que le seguí se llegó hasta un extraño lugar de su calle, al comienzo de la parte…