Categories: Extraños (Blog)

Ni siquiera parpadeaba

No salí pitando de allí, pero poco me faltó. Y encima mamá se sentó a leerme en voz alta un libro clásico de algún autor ya muerto que ni era capaz de pronunciar. Con la anciana del sombrero, deambulando de un lado a otro, todavía.

Sus ojos se posaron en mí, quizás fue lo más determinante. Unos ojos inmóviles, incluso cuando la anciana del audífono se paseaba a su lado.

No vuelvo a ir al cine con esas degeneradas en mi puta vida, ni eligiendo yo la película de antemano. Han tenido tanto y tan poco, que ni dieron un respingo una sola vez… Y yo, que pensaba que eran dos que se querían, e iban a ver pasar un barco desde una praderita. ¡Hostia puta con la peli! Llevo tres días con la radio y las luces encendidas y cada vez que oigo el timbre no me muero por poco.

La forma de sus senos incipientes a través del jersey holgado me sigue mirando, y juraría que estaba viva y la mataron allí mismo, en pleno directo. No dijo ni una sola palabra más. Espero que la policía no sospeche de nosotros. ¡Cómo iba a pensar yo eso, si fui por entretenerlas!   

Pedro Belmonte Tortosa

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Pedro Belmonte Tortosa
Tags: anciana del sombreroestaba vivasenos incipientes

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