Con qué poco, alguien puede poner en movimiento una implacable maquinaria de destinos y fortunas, tan compleja y bien engarzada como la de los astros de la bóveda celeste y, ubicarte en ese lugar donde los que son alguien se convierten en nadie, y donde los que no son nadie se convierten en alguien, que también es necesario, según los días y la ropa tendida.
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…