Corremos, ponemos puertas, creemos tenerlo todo o ser capaces de ello, olemos, miramos, nos mesamos los cabellos como si no supiéramos o más bien lo contrario, pero ya lo dijo el Principito “los hombres de tu tierra cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan”, o dicho de otro modo: solo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con todas las inexactitudes, alguien con quien poder comunicarse sin que nos sangren los ojos, alguien, para quien nuestros silencios les sean los mayores titulares.
Y sí, cuando dos trenes circulan por la misma vía pueden llegar a chocar. Pero… son cosas de las personas. Viví mis mejores y peores años con ellos, sin tener que preguntarnos si estábamos bien, extrañándonos… como ahora, y no eran arlequines de plástico.
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…