Era la vida adulta representando tanto el poder como la rebelión, donde los privilegiados siempre optaban a una vida mejor. Testosterona y zanganeo. La hormona del sexo y la violencia.
Vida que unas veces beneficiaba y en otras cogía a contrapié, como a los Juan Montepinos de turno que, aunque fueran eternos se morirían igual, ya fuera en Rota o en otros muchos pueblos de pobreza, venidos de la postguerra y la miseria.
Ciudadanos corrientes de esa parte del mundo que llamaban Occidente, a la luz de la mejor ciencia, que sufrieron un puñado de semanas propicias para los sentimientos, pero también les fue un ciclo crepuscular; unos días para fijar la infancia infinita.
Novela Disponible: sírvanse
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