La juventud, que se fue para no volver. No pasa un solo día sin que los recuerdos, la camaradería, la ilusión interpreten erróneamente mi expresión.
Las sofocantes madrugadas, los recreos embutidos en largas jornadas de trabajo, sonreír al ceño fruncido de los amigos, el inagotable conocimiento del tiempo, cerrar los ojos para apreciar mejor sabor del primer bocado. También ser espontánea, generosa. O el tirar de aplomo para pronunciar un discurso impecable sin ceder a la menor vacilación aparentando ser ciega y sorda. Y rellenar las copas a la velocidad precisa para crear el ambiente propicio a las confidencias. Todo influye.
Más lo bueno siempre perdura en la memoria y se proyecta al futuro, que, todavía, cuando me miran podría notar el rubor de mis mejillas y hasta podría sentir el tacto de los dedos; un asombro que me expondría y del que necesitaría tiempo para recuperarme, abrumada por el estupor. Y medio reiría, una risa que no lograría disipar del todo la tristeza que flota como una nube tenue y sombría. Pero reiría, cristalizando el nerviosismo… y no hará falta mucho más, pues tampoco necesitará terminar las frases para interpretarme, aunque tengamos una inquietud muy parecida al miedo con movimientos de los que cortan la respiración… Me lo he explicado muchas veces.
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…