Podría haberme dado por resolver crucigramas, vivir clandestinamente, confinarme en verlo todo desde una óptica diferente o estarme quieto. Pero no, un día empecé, y si alguna cualidad tengo o creía tener, es que soy pertinaz conmigo mismo. Quería saber dónde coño estaba, qué había sucedido en mi vida, quién era yo y todo ese entorno… Y me dio por escribir El libro de un cualquiera. Ya nadie me lo podía leer, mancillar o quitar. No podía perder más.
¿Qué es justo y qué no es justo?, ¿quién lo decide? Lo suelto así, sin más preámbulos, porque a lo largo de tantas líneas, realmente uno no controla ni su respiración. Los collares de perlas, hacerse de rogar e incluso psicoanalizarse no son más que la prueba de que uno está cansado cuanto todo se reduce a intentar mantener cierta estabilidad consigo mismo.
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…