El sol esparcía sus rayos con menos intensidad cuando llegaba la hora. Si bien, estaba decidida. Tendría su casa, su trabajo, su familia, su entorno. Quizás traería hijos al mundo. No había un lugar más hermoso para nacer ni para morir. Era casi una ciudad, y su eco.
Por dibujar, trazaba hasta los restos de una iglesia y la fuente sagrada, y verbalizaba conversaciones a futuro, difuminándolas y anotándolas.
Así sobrevivía a las náuseas, que le desaparecían; y no escuchaba ninguna voz, sospechas o tiranías. La mujer de abajo no le faltaba el respeto en su estudio ni fuera del mismo. La macetita tampoco se le movía sola, y el perro no era un escarabajo gigante, sentado junto a un par de críos mutilados vestidos de negro sobre una alfombra de rocas y arena oscura.
La esposa de su tío pronto le llevaría otro té, no obstante.
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…
La primera vez que le seguí se llegó hasta un extraño lugar de su calle, al comienzo de la parte…