Al fin y al cabo, era domingo, donde había que romper con esa idea de la plena autoridad, por lo tanto, hábilmente resolvió la situación:
-¿Quién recoge la mesa?, es solo el desayuno.
El individuo con capacidad para el regate corto se escapó a su habitación; la menor concretó la comodidad del sofá de un salto, casi gatuna; y ese esposo y padre, como panacea de todo lo invisible se quedó sentado a su lado, acompañándola, refrendando su inocencia… Y eso es lo que pasó, que los niños no ayudaron.
Soterradamente, tanto liberalismo les vino bien, quedaba un buen rato hasta el mediodía, y no era bueno crear un ambiente de represión, preferían recuperar la normalidad. Normalidad de la buena, no de la de un país de imbéciles.
Lea su propia voz y tenga su calma: El día que llovió hacia arriba
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…
Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le…
En mala ilusión cabía la paz, y eso que no pretendía volver a ser lo que era. Enfermo del cuerpo…
Nadie elegía su propio destino, ni donde descansaban las flores. El desasosiego de nuestro tiempo los hacía caminar como gatos…