Una semana más,
y no siento frío en toda la noche.
Nunca temeré el mal año.
Qué grande te veo,
qué grande me miras,
cada semana, también.
¡Pero ahí vamos!;
con estos cambios,
que tanto afectan.
Tan necesarios como que avanzan
y destierran;
tan necesarios como que doman
y representan.
Quiero tener un recuerdo,
errante entre los dioses
en tan geografía de la locura:
he aprendido a no intentar convencer a nadie.
Fu mi último contacto conocido,
del que en nada puedo presumir.
El único problema: es que tengo conciencia…
Y esas cositas,
de la extraña lealtad,
del ser héroe de tu propio destino
del invierno que vendrá.
Más simplemente adorno
en un andar solitario entre la gente,
y nada más que extrañar… nada más, sí;
todo ser humano es un puzle de necesidades.
Sí, en mis manos tengo el secreto de esos ojos, todos,
que no cicatrices de charol u otros tiempos de esplendor,
adiestrado ya, extraño, en manipulación psicológica:
comodidad o facilidad, grande, claro ejemplo,
tan necesario, una semana más; sí.
Frente a los cambios.
Guardado quedaba lo que fueron el uno para el otro, más allá de lo visible de dos sillas, una mesa…
Después de malgastar su tiempo en quehaceres despreciables se volvieron a encontrar. Nunca les gustaron las armas, pareciéndoles vulgares. Su trabajo…
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…