Desconfianza racional

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¿Qué es?

Se trata de escritos que están muy por encima de los límites de la verdad.

Llueve, y mucho, por dentro y por fuera del autor en esta obra. El título es la continuación de ese barco de papel que inició anteriormente con El chándal de la jubilación, cuando quiso variar sus días navegando a jugar con los olvidos. Se adentra en temas hospitalarios, unas veces por mera inventiva, y otras por la enfermedad de un familiar. En buena parte del libro, el autor es un mero extraño incapacitado, estancado en su exilio a consecuencia de ese disparo certero que le inmovilizó. Fruto de ello, se encuentra con sus familiares y van acercándose al mismo otras personas, en plan amoríos inclusive, en una descarnada conquista que carga contra sus amaneceres. Al tiempo que el autor se va recuperando, su padre va pereciendo, y esa proximidad se refleja, con toda la carnaza. Se trata de muchos síndromes, mientras se analizan los horizontes con las muchas reflexiones de esas derrotas. Son amores heridos, en su mayoría.

¿De quién trata?

Hay varios personajes que participan en la obra. Ascensión, la bella enfermera que pretende ser la princesa del impedido, y que intenta ganárselo con todas las esperanzas, consumida en su vida. El enfermo, se deja hacer por una neurocirujana llamada Lorena, que mantiene un duelo con su padre, el cual es su mentor y jefe, que le fatiga sacándole de contexto, más por omisión que por otra cosa, hasta que afrontan sus recuerdos. Por supuesto, la familia del autor, que aparece mientras él se esconde en su juegos y penas. Y los conocidos de los mismos, que sin ser planos, completan un círculo junto con los otros médicos, como el de urgencias, Nelson Ramírez, que es quien le atiende primeramente. También aparece Hipólita, una auxiliar que intenta ayudar a Ascensión a mantener unido al protagonista a la enfermera del psiquiátrico.

¿Cuándo se desarrolla?

Se inicia el último día de dos mil trece y termina a finales de febrero del año dos mil catorce. Es un periodo en el que el autor se ve obligado a visitar los hospitales para atender a un familiar, pero lo dulcifica o embrutece continuando la historia en la que se vio sometido por el título anterior.

¿Cómo se trabaja?

Son pequeñas cosas que se van dejando caer. Como la derrota al salir de un psiquiátrico, sobrevenida por el final del libro anterior, y sus consecuencias. Abriéndose a la merced de otras mujeres, como si fuera una hoja muerta, pero arrastrado por el devenir suyo y el de su gente, para finalmente sonreír por la recuperación propia y la de su padre. Hay invención y realismo.

No es sufrir por sufrir. Se muestra una recuperación rodeado de personal sanitario, y sus otras vidas, entre unas y otras complicidades. Y por supuesto, el amor herido termina muriendo, dejando de soslayo los síndromes, como el de la mano ajena. Un bisturí de muchos filos.

¿Dónde sucede?

Se empieza en el Hospital General de Ciudad Real, para cuando el historiador ya no está atrapado en esas sábanas, se mete en las de su casa, ocultándose de esas muchachas noche a noche, forjando su sino, con los sueños y la paz de su gente. Apenas se muestra la ciudad.

¿Por qué?

Es un escaparate de falsos aromas, con juegos de unas y otras a todas horas, mientras el autor ama y salta de una novedad a otra. Se pretende usar la destreza sanitaria para enjugar los días y la pervivencia de la insuficiencia como quien pide liberarse, emocionándose. Es el modo de sacar todas esas ruinas que el escritor lleva acerca de sí, enfrentándolas a su familia inclusive.

Es recomendable leer antes la anterior novela para engarzar a todos los personajes en su justa medida, así como la situación familiar del protagonista. Como siempre, hay citas e historia.

Se busca adueñarse de todas las maravillas y los instintos de los sanitarios: enfermeras, auxiliares, médicos, logopedas, fisioterapeutas y demás personas; todas son iguales ante las necesidades. Hay que cerrar la historia que se inició en la novela anterior, y esos sueños rotos.

¿Para qué?

Es un modo para meter los días del autor sin que la realidad le eclipse, porque le duelen las madrugadas, los enigmas, y carece de callejones donde tener verdaderos besos, así pues, se  los ingenia. Pero de la evasión, se le revela una realidad oculta, la malsana vida de su padre, y cómo hasta queriéndose, los unos y los otros se pueden llegar a matar.  Cuando los latidos no tiene sentido, da igual ser criada, señora, o ceñirse a las verdades ocultas, todo se reduce a la simetría del absurdo, y lo caprichoso del azar, por más que se busque.

Se empieza donde no se tenía que estar, ingresado, y se termina en la luz de las tinieblas: solo.

¿Qué formato se aplica?

Se escribe en prosa. No todo es literal, el contexto que se crea es artificioso, si bien, de esas dos historias generalistas, la del padre es absolutamente real, con esos fuertes encuentros hospitalarios, colgado del barranco de la verdad a fuerza de quererse unos y otros, echándose en cara todo, por no pasar de los olvidos, bordeando los cariños. Son elucubraciones muy dirigidas.

Empieza algo nuevo. Cualquier problema es una oportunidad disfrazada, diría Abraham Lincoln, si se asentase en este vacío que persiste. Cada uno de nosotros es corresponsable, para bien o para mal, de todas nuestras leyendas. La fuente del estupor etiqueta a las personas, y contiene la euforia, lo retrógrado y la intolerancia. Se cita este manantial, porque la mueca del pícaro no detiene el coloquio ni las memorias, por mucho que haya perdido la cobertura quien se da a la licencia de seguir acercándonos al declive de su imperio, bajo todos los estados de atracción, repulsión, o en la imaginería de creer tener un don. Las órdenes se dan para ser obedecidas, y se sigue con esa concepción inicial, manteniendo las distancias con el más allá, respetándose a sí mismo y lleno de rituales de su peculiar generosidad en la opresión de su soledad. Toda una vía de aprendizaje, ante las reacciones de los demás.

Anticiparse a lo inesperado es crucial, de ahí que muchos de los conocidos que nos han venido acompañando en la obra, tengan la mirada de seres de otro mundo. Los secretos más oscuros están en el fondo de la guantera, adheridos a los restos de la duda, boicoteando lo inimaginable, normalizando los nudos mentales, cuales mensajeros de la muerte. Bajo la firme persistencia de una mejora basada en un proceso de reactivación, continúo afianzándome como máximo exponente del reino de los cielos, en un ámbito de sometimiento a quien pretende regenerar no una, sino muchas vidas, bajo la venganza de los caídos. Mi igual ya no es mi semejante, sino un espectro en el que todo parece real, porque los días se van, mientras los timbales divagan acerca de las injusticias, las temporadas fallidas, y las historias para no viajar tranquilo. Entre pólvora y otros bailes, hay que tener el valor de soñar en imposibles.

La condena da entrada a un zoco de nuevas prisiones, enjaulado, detenido, y llevado a una nueva tortura, en una vigilia obligada por la incomunicación, arrestado en mi propio ser, sin tener sombra. En la inmensidad de emprender bajo esta amargura tan desconocida, busco alguien a quien amar, bregando con las errantes luces que me procuran tan tornasolados colores, en rutinas que desaniman, hallando diferentes maneras de sentir, de conocer, deslumbrándome en el alba, porque es la hora de la muerte, de rellenar tu espacio, de ser el centro de algo… Todo y nada… Cada vez que me acerco me alejo más.

Permítanme ser considerado con quienes aducen que nada es imposible. No se sabe muy bien cómo, pero entre bastidores desentrañaremos, un tanto agazapados, ese incuestionable regalo que la decadencia más absoluta nos ha traído, guiándonos en la belleza desolada, aprendiendo a sentir de otro modo, buscando una luz al final de lo irreal, a tenor de la ilusión de empezar.

Únanse al mayor proyecto: comprométanse. Son muchos años de esclavitud, toca descubrir nuevas situaciones y personajes; en un mar de singulares corazones… En el año que está  a punto de entrar, continúa la riña, la pugna se antoja muy larga. Todo indica que el astro Sol ya no sale, en medio de tan multitudinaria bordura a la monumental tragedia de quien tenía imagen y no se pudo tomar las uvas. Aún con esas, se cobra una nueva vida, se traza una línea con la mirada puesta en un futuro mejor. Una convivencia distinta, donde se esfuman algunos sueños y se dan cabida a otros muchos. Empezamos donde terminó ese atestado, con un suceso sin resolver, poniendo en duda la idoneidad de los superiores y con un jarro de agua fría, una de las noticias más tristes que pone al sistema en tela de juicio, enconándonos más y prometiendo cambios, porque las atmósferas agotan y hasta los infiernos puedo volar, en mi primer repliegue sobrenatural, ante la oleada de indignación a perpetuidad.

NELSON RAMÍREZ (el doctor de urgencias, el jefe médico)
LORENA (la doctora de neurocirugía, jefa de servicio)
HIPÓLITA (la auxiliar cómplice de Ascensión. La María Dolores, por si acaso)
ALFONSO (médico de familia)
OTROS

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Finalista XII Premio Onuba de Novela

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