Nunca dijo que sus excusas no fueran más que las mentiras que le vendían sus miedos. Donde había poca justicia era un peligro tener razón. Estaba hecha de carne, si bien, había de vivir como si fuera de hierro. Todo cuanto hacía por amor estaba más allá del bien y del mal.
Ninguna fuerza domaba, ningún tiempo consumía, ningún mérito igualaba el nombre de la libertad. Olvidar con generosidad a aquellos que no podía amar no le bastaba. Había entrado joven y salió bien adulta.
No obstante, en aquel pueblo sí que encontró su fortuna. Veintiséis habitantes, dieciséis hombres y once mujeres, porque una no contaba. Dos ermitas, una casa parroquial, el afluente de un río mayor, una sierra donde almorzar apoyada en un madero del santo patrón viendo la iglesia románica de fondo, y el parricidio había quedado en eso. Diecinueve años de prisión ininterrumpida.
Desde el punto de vista jerárquico de la Iglesia católica formaba parte de la Diócesis de Osma la cual, a su vez, pertenecía a la Archidiócesis de Burgos.
Guardado quedaba lo que fueron el uno para el otro, más allá de lo visible de dos sillas, una mesa…
Después de malgastar su tiempo en quehaceres despreciables se volvieron a encontrar. Nunca les gustaron las armas, pareciéndoles vulgares. Su trabajo…
Si no millones, muchos miles de habitaciones cerradas había como esas. Vivían con ese rencor, más bien dolor. Se llegaron…
Quedaría el olor del tiempo pasándoles la vida como un raro espejismo. Negro porque estaba desnuda, porque lo hacía como…
Venía de ser un testigo mudo. Muerte, resurrección y muerte. Sin tabaco, que era de una generación sin humo. Parte…