Zanahorias para todos

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¿Qué es?

Se trata de una novela reflexiva estructurada en dos partes, donde se intentan borrar, hilar y asimilar sucesos, sin perderle el respeto a los días. Se producen muchos encuentros, bajo una supuesta colaboración. Se cuenta todo, hasta la mentira, y se dan las explicaciones necesarias, removiendo mucho más de lo que se cuenta en esta novela, ya que la misma forma parte de la Colección Pebeltor, y éste ejemplar pone un punto y aparte, sobre unos delicados volúmenes anteriores. Se puede leer sin los mismos, e igualmente interactuar con ellos si se diera el supuesto. Hay referencias para ir asociándolo, pero en absoluto limitan la lectura presente.

Se focaliza el amor, el fundamentalismo, y la mucha o poca inteligencia de las personas, estableciendo vidas propias, mezclándolo con la guerra en Oriente Medio sin caer en la cursilería, y con el trabajo del protagonista (funcionario) y sus relaciones sociales. No en vano es una exposición de la cotidianidad, sin más barreras que los menesteres de las letras.

¿De quién trata?

Hay un personaje principal a través del cual gira todo, y quien se retroalimenta de cuanto sucede en sus días. Es el nexo de unión. Y la vida en sí misma fluye en base a su relación con Ascensión, hasta que sucede algo. Pero antes de que ellos se respeten del todo, sale a la palestra una tal Lorena (que falleció) o el juez Palomares, quien aparece y desaparece, para terminar recobrando protagonismo, cuando la muerte separa al protagonista de ambas.

Y hay un grupo de apoyo con el que discurren muchas sesiones, son: Verónica (la instructora), Oscar (ex banquero), Sophie (depravada), Amaya (hija de Sophie) y Ana (madre de la instructora), así como Sorolla (el perro de Oscar).

También se une a esa identificación de los días, una amiga del protagonista llamada Patricia, con quien se marca una tendencia confusa.

Entre ellos está la familia del protagonista, cobrando especial relevancia los sobrinos, una de las mismas hace la Comunión. Sirviéndose de todos los puntos de inflexión, se pone fin a la relación con la Iglesia, finalizando su divorcio canónico apelando a la libertad de conciencia.

¿Cuándo se desarrolla?

En el año dos mil catorce. Hacia finales del mes de febrero se empieza a escribir, y se termina tres meses después. Toca la actualidad sobrevenida durante ese periodo, y a la par se cuentan ciertos hechos del pasado a los que se hace referencia.

Se subrayan las reflexiones en torno a la historia de Jerusalén y los conflictos que fueron condicionando su situación actual (se hace hincapié en las puertas de la ciudad vieja, como enlace para acometer todas las aspiraciones, entrecruzando la controvertida situación con todo).

¿Cómo se trabaja?

Se arma la vida del protagonista con un pasado imposible; un presente inconformista, de atmósferas dificultosas; y un entorno de apoyo, a modo de pueblo llano, que le llena de historias, mostrando las vidas de cada uno. Los hay soñadores entusiastas y cínicos renegados.

En otro sentido, se vislumbra la situación de Oriente Medio, con la historia de muchas civilizaciones. No se monta una historia como tal, es un viaje de muchas secuencias, con ese grupo de apoyo donde se habla de historia sin ser un historiador, pero con muchas referencias y ejemplos; honestamente de calidad, precisamente por montar las escenas con humildad. Hay pasión, compromiso, y realidad. Cierra la trilogía que comenzó con El chándal de la jubilación.

¿Dónde sucede?

En España, concretamente en una provincia llamada Ciudad Real, pero con especial atención a la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se sigue el curso de los acontecimientos bélicos, ya sean recientes o pasados. Se pone la voz a ese periodo de guerra, con el agotamiento de una vida que no termina de cuadrarle. Las sesiones trascurren en un piso de Ciudad Real. El lugar icónico es el conflicto de Israel, y la vida que se proyecta en base a ese personaje. También aparecen otros destinos, todos ellos de un modo elegante.

¿Por qué?

Es un ejercicio de superación. Forma parte del diario del autor. Se entienden los días con estas claves, para embellecer su búsqueda de la felicidad, observándolo todo.

¿Para qué?

Para adentrarse en la vida de otra persona sin condicionantes de ningún tipo, siendo uno mismo. Haciéndose partícipe de la coyuntura social en todos sus órdenes, así como de hechos relevantes de muy diversos ámbitos e incluso de otros tiempos, incidiendo en lo emblemático del devenir de los tiempos, o lo que capta su especial atención.

¿Qué formato se aplica?

Se escribe en prosa. No todo es real, el contexto que se crea es artificioso. Ni existen esas personas del grupo de apoyo, ni Lorena, ni el juez, ni por supuesto Ascensión; a pesar de ello, lo que se cuenta es un retrato de la sociedad, donde los personajes se camuflan en sus retratos. Se aniquila la pesadumbre de los días con una certidumbre de suertes para contar algo, porque la vida tiene una extraña forma de transcurrir, y el protagonista se sirve de ello.

Amputado, no puedo más que negarme a abordar unilateralmente su huella tan inmensa. Cuando paseo por mi coso, me someto al análisis del observatorio más celebrado, escuchando a las fuerzas de la naturaleza, y percibiendo pensamientos, vulnerados o no, que me obligan a crecer. Es una contradicción, una guerra de egos, un teatrillo, la medida de gracia de la ventana indiscreta, la apoteosis de la desigualdad; todo ello bajo el orden necesario, y sus supuestas injerencias… Un trabajo de locos, sin tronos de poder.

La deferencia de no querer ser el primer beso de nadie, se transforma en el gran desafío: mantenerse sin ensañamientos. Es la doble cita que causa cambios de temperamentos, excentricidades e inquietudes, porque para recuperar a alguien primero hay que olvidarlo, y los espejos de las calles son idóneos para quienes duermen sin abrazos y desean hacerse querer, alejados de fastuosas parodias mediáticas. Se resuelve así, la anodina paradoja de la vida: “quienes dicen no confío en nadie, ni en mí mismo, sufren la irreversible y gravísima patología de estar vivos”. Éste es el impulso que me inicia a un gran viaje. No todo son manifestaciones de meretrices, golpes mediáticos a las percepciones, querellas enrarecidas, inclusive darse a relativizar sobre los límites de la realidad y la ficción; uno vuelve para quedarse, y bonito o feo, el poder lo tiene el que menos quiere del otro.

Encaramado a la cima y en todos los cruces de caminos, aprecio el culto a la personalidad, parodias de dominios, extravagancias, ridículos, ávidas pretensiones… lo que todos sabemos y no vemos. Es la inestable transición de un gilipollas, que busca información más allá de la normalización. Fanático pero no estúpido, galardonado en el auto desprecio, y cómplice de mí mismo, considero que hace mucho las escuchas dejaron de ser lo que eran, y pasaron a dotarme de otro grado de libertad, encarcelándome en esos alientos exacerbados que remodelan las imágenes de quienes se asoman a mi islote, sin precedentes, ya sea con actitudes airadas, desapegadas, proverbiales, o simplemente mimetizadas.

Cuando las libertades pueden retroceder, y no se desean triunfos efímeros, los que a base de patochadas refuerzan su credibilidad, obvian que en ésta sociedad también se agradece que digan que no. Son pobrezas que agudizan los sentidos, grandes pensamientos que te hacen crecer, los cuales expresan la necesidad de un cambio radical, a las puertas de los guardianes de la revolución: los ciudadanos. Es la respuesta de los depuestos, bajo la obligación de cumplir las leyes de los demás. Todo un camuflaje urbano, reflejo de un mundo en miniatura, donde nos cuestionamos si la tierra es el paraíso… Bien podría serlo, no ya por las luces del norte o las puertas del cielo, sino porque los patos tienden a seguir durante toda su vida al primer ser que ven al nacer, sea o no su madre. En cambio, cuando uno ve a las nutrias marinas cogerse de las manos mientras duermen por si se las lleva la corriente, para sí despertar juntas, se pregunta duramente ¿por qué hay niños que no sonríen? Y reabre el debate sobre el privilegio de ganar, el extrañamiento acerca de la consolidación de las grandes empresas, si la paz social dura lo justo, y ¿por qué inventamos máquinas de sentir emociones?

En resumen, los falsos pretextos nos llevan a placeres sencillos y a regímenes sangrientos, asistiendo a pasiones inconfesables y a pisar fronteras infranqueables… Uno más de los muros de escalada que enmarcan nuestras comunicaciones, por más que prometamos no volver a usarlos, son buenos compañeros de trabajo, muy majos y alentadores… Y que paguen los que nunca han pagado.

LORENA (la doctora de neurocirugía, jefa de servicio)
VERÓNICA -integrante grupo de apoyo- (instructora grupo, bombero)
SOPHIE -integrada grupo de apoyo- (depravada, se oculta)

DAVINIA (el nombre que adopta Silvia al  tratar con la sexóloga-psicóloga)
AMAYA -integrante grupo de apoyo- (hija de Sophie)
ANA -integrante grupo de apoyo- (madre de Verónica, tiene Parkinson)
SOROLLA (perro del banquero)
Otros: el estadista, Patricia, etc.

Lorena; Juez, Interrogatorio; Cumpleaños; Política; Bridges Park; Síndrome del Cuervo; Thalía; Recapacito; Aniversario; Terapia; Ascensión; Danubio; Nabucco; Paulina; Jerusalén; Shibam; Ejército de Terracota; Cuento; Urgencias; Torrijas; Duermo; Hijos del Sol; Limpieza; Andar; El Búho; Mensaje; Solimán; El mito de Calisto;…

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