Yo también le tenía un sitio reservado, para querer desaparecer un ratito. Una madre no le cuenta a una hija que está mal; ni los demás días. Que no hubiera nadie dentro de mí no era una novedad.

La joven pintora siempre me trató bien, aceptaba que estuviera a su lado. Disfrutamos de su beca de verano. El círculo artístico nos contuvo. Nunca se debe subestimar el poder curativo del odio, ella lo expresaba así: corrección y evolución. Yo prefería los cuadros que contenían la mar… Y ni aun así llegaba.

Todo suma, ¡vaya que sí!, nos era un tiempito más. Mientras, se aireaba la casa; al volver cogíamos el correo; éramos curiosas e inquietas la verdad… Sólo cuando todo estuvo en silencio lo hice, necesitaba ese extrañar. Me preguntó mi nombre.

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