Para el hombre sin rostro no era un detalle menor. Tratar de entender la conducta de ese ser humano le llevó a experimentar nuevas formas de amar. Bajo tierra seca la volvería a alimentar, aun reconociendo tener problemas de salud mental y tener que lidiar con todas las mujeres que era.

La conoció con cara de susto, tiempo atrás cuando miró por la ventana y más allá de la terraza y las copas de las palmeras se veían los barcos atracados en el muelle, el rompeolas, el mar y su perfume cabalmente definido.

Sería el único pasajero de vuelta.

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