Lejos del mundanal ruido también estorba lo que se oye cuando no se quiere. Es más, diría que todo lo bonito deja de serlo. Y no es por un amor prisionero, sino porque para atrapar a un lobo, a veces hay que atarse como cebo a un árbol, y eso te deja a merced de todo. En la obra Viento sobre el mar, uno deja de balbucear, sin llegar a saber del todo quién está verdaderamente detrás, y quién está un pasito más adelante, acrecentando las desigualdades, y obteniendo de cualquier mirada atenta un sol naciente como presencia de algo hermoso. 

Es todo ese perdón que se le vuelve en contra a uno, lo que más me desconcierta y me desprotege. ¿Acaso de niños deberían adiestrarnos para el contraespionaje? He querido recuperar lo que me pertenece, y ni he conseguido ser un buen ladrón de sueños en este libro, me faltaban hasta los artificios., porque esta maldita economía de mercado, soterrada y silenciosa, esclava de lo ignorante, estigmatizada, no deja de ser la teoría de la opinión contraria… de esa mano tendida, la suya, la mía.

Escribir un comentario

Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies. Más información

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies.

Cerrar