Se conoce toda la verdad de los tipos de orgasmos que tienen las mujeres, además del volcán, están los de la ola del mar y la avalancha, así como el nada es tan urgente. Pero la libertad de sentir el viento en tu cara, sea cual sea, fascina, confunde, es bienvenida. Son otros patrones limitados no lineales: tiempo de calidad, y trasportes increíbles; espuma y textura a punto de nieve.

-Has ignorado cosas desde que te conozco, pero es un buen punto de partida. Reconoces tus limitaciones.

Eso fue lo que dijo a la inversa, dejándose de las formas del alma, más o menos. Pero timorata e indecisa, en esas palabras que se las lleva el viento, modernidad, controversias y mitos, resopló:

Debemos tener todo lo que queramos, pero forzarlo no tiene sentido.

Yo, con ese rumor que no cesa y ese mirar arriba gustosamente, quiero creerme esas leyendas urbanas que dicen que los hilillos de las nubes son contaminación que no electrodos redondeados de vapor de agua en sus diarios lúcidos; sostener esas falacias busca tapar esas realidades que tatúan: cinismos.

El no querer el hurto amoroso, el morir en primavera o no poder troncharse de risa tan frecuentemente nos hace perfectos desconocidos y formas… y formas.

Y siguió con su ilusión, regocijándose de la supuesta contaminación ambiental:

-Nos fumigan a diario.

Entonces no pude más que carraspear. Y callé cual zapatero a tus zapatos, con su figura ñoña y castiza, respondiendo al saludo embarazándome de cielo, dando origen a mis estelas de condensación.

Sus estrofas siguieron: –¿A qué no sabías nada de todo esto?, ¿o sí?, dime.

No le fui deshonroso.

Prosiguió: -Tienen tal libertad de formatos, que esas estelas pueden observarse a menudo con un poco de atención. Hacen gracia y son dolor. Invaden el medio ambiente y penetran los cuerpos humanos.

Igual lo quiso considerar polvo inteligente, por eso no le fui metepatas.

Pero ¿a cambio de qué son esos surcos en los aires tan sencillos y levitantes?, ¿o los hilillos que se ven a contraluz que no están sujetos por grúa alguna?… Alas de plomo tengo en los tobillos, sal y gloria. Invisible futuro, ¡qué extraño!… ¡Hay tanto de lo que opinar!, pero sí, la legalidad vigente son aires y cinismo. Todos tenemos algo de políticos. Telas de araña, sí… y el concepto de los contrastes como eje fundamental ¡no te jode!

Ahora le escribo, salpicando un poco esos filamentos, reflejos y epidemias; vergüenzas ajenas:

“No quiero ser un metepatas, estabas guapa durante el paseo. Muy guapa. Eras un poco la mirada que me hacías ver… ¿De cuántos meses estás?, así, en plan confidencial”.

 

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