Pitan lo oídos y ya no es divertido. Dicen y no dicen. De aquellas veces que se jugaban con los ecos quedan las menos… hasta la memoria debe hacerlo para acordarse.

No obstante, el brazo se echa atrás y como que cae por encima de uno. Es una pose de evolución, parsimonias de antaño y los ahora. ¡Críticas dicen!… ¿Quién viviera otrora época? Ni escucharme quiero. ¿En qué hemos convertido todo?

Seguiremos extraños.

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