Olía mal en el patio. La humanidad, lo real. Un proceso de muchas veces. Sí. Todo un cambio. Nada camaleónico. Y las dudas por el abrazo de uno mismo.

Ya solo hay dos opciones: la cárcel o la muerte; y la muerte no siempre puede detener la vida… Tenía artritis reumatoide. No me valía para la idea de estar siempre feliz. Fui extraña durante un tiempo, hasta que me pegó los dolores en las manos. Una cosa es la tristeza y otra la depresión, está claro.

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