Podría empezar preguntando si el placer y la conciencia van unidos, pero antes convendría construirnos una fortaleza infernal. Dar cobijo a que otro robe tu libertad es Un desperdicio de virtudes, y no cabría mayor garantía que olvidar esas instantáneas de intimidad. Ahora bien, ¿se puede vivir sin cortinas?

Cuando la ciudad te cambia, y lo irreparable es pérdida, nadie avisa a una puta de que el Olimpo no existe. ¿Cómo se sabe cuál es tu mundo?

Presumir el final es absurdo, porque nunca se puede olvidar que lo que hoy es novedoso, mañana no lo será… y un amor, aún deteriorado, vale mucho.

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