Cuando se retrata un mundo pobre ¿dónde está el dinero?, ¿o la belleza? Es hora de tomarse el placer en serio. Será más fácil si le dices lo que quieren oír… a los extraños. No me refiero a aquello de “la mujer más barata al final te sale muy cara”. Sino que a todos nos gusta tener un nombre, una identidad, que nos recuerden por algo en concreto. Imaginen:

Le correspondió como mejor pudo. Venía de dar besos de manzanilla en no se sabe qué desesperaciones; ella no preguntaba, besaba. Y apenas le importó. Tenía muy claro que iba a ser la reina. La reina de los anhelos. La reina que supo adaptarse, escribió, mucho antes de llegar a ese palacio. Una experiencia tan real como la vida misma. Y la verdad es que un poco, también, miraba al cielo, no demasiado, quien besaba como tal; tenía ya, la mitad de la victoria. 

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