Un lugar como pocos. Ni el envejecimiento de Occidente ni el auge de Oriente son tan evidentes. Parece normalito y cada vez que paso se me ponen los pelos como escarpias. ¿Qué coño significará?, ¿a qué extraña razón se atiene? No hay notas ni otras gracias, como flores o velas, ni botellas o fotografías. Nos sucedemos las generaciones y sigue colgadito e inmaculado. Mi abuelo lo vio, mi padre también, mi hijo ha empezado a verlo también; y a este paso el nieto que llegará.

¿Qué le voy a decir cuando me pregunte? Mi padre me hartó a caramelos… ¡Parece que fue ayer! Y ahí sigue el puto sombrero.

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