Darle sentido a los términos, ese es el problema. ¡No sé ni qué ponerme ni cómo ponerme ni qué narices pasará contigo! Nos queda por delante casi medio año y ni la inteligencia artificial sabrá dónde estaremos.

Pediste a lo tonto de tanto pensarlo. Te dije que no concursases. Nuestra hija ya hace su vida, o lo intenta, lejos. ¿Dónde quieres llevarme? Te quedan, nos quedan, dos años para poder jubilarnos. ¿No íbamos a viajar? Me has usado. Nos has usado a todos. ¿Para qué trasladarse?

Dices que tienes un compromiso personal con la comarca tuya, ¿y yo?, ¿de dónde soy? ¡Haberle echado huevos y concursado a Bienestar Social o a cuidar niños en África! Mucho amenazar pero nada. ¿Dónde pido yo ahora?, ¿a qué instituto me voy? ¿Cojo un caleidoscopio, una brújula?, ¿me evado?, ¿qué le digo a mis compañeros? ¡No me haces caso!, ¡no!

¿Cuándo hemos podido estar tú y yo solos en casa sin que nadie nos moleste y sin tener que preocuparnos?, ¿había necesidad de pedir otro destino?… Mi hija me preocupa más a mí que a ti, forma parte del mapa de las prendas que amé, no te olvides… Visión global dices. ¡Un folio en blanco!, eso es lo que eres. El mismo que usaste para decidirte. Tuviste un mes sinvergüenza, ¡o quince días! Que para el caso es lo mismo. Sabías que iba a salir el concurso desde comienzos de año, ya te lo dijeron tus jefes, ya lo hablamos mil veces. ¡No te hagas el extraño ahora!

¿Cómo que vamos donde quieras? ¿Y si yo no voy?… Dos años para poder ir donde quisiéramos. ¡Dos! ¿Tengo que pedir favores a mi edad?, ¿y tú?, ¿no te da vergüenza? Mírame como me has dejado, compuesta y sin novio, porque eso quería que fuéramos: novios otra vez. La casa pagada, sin padres ni madres zascandileando, la hija empezando a ser una mujer capaz en la capital… Dejé que te comprases la moto, y que en la finca cambiases el tractor, ése que apenas usas y que nos costó más que el coche tuyo y mío… Cualquier cosa que es contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda. Se lo enseño a mis alumnos en cada curso. Tú llevas treinta años o más asistiendo a mis clases, ¡ni quiero recordar el tiempo que llevamos juntos sinvergüenza!… No te logro entender… con lo que yo te quiero… ¿Por qué dices que quieres ser libre?

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