Alguien me dijo que mi marca era poco menos que un producto fantasma. Fue alguien a quien no permití creer en las casualidades, pero creyó y quiso hacerme creer; alguien que ya no está en el proyecto y parece ser que nunca lo estuvo: no nos debemos nada. ¿Y tú, habitas en mi punto débil peor que la balada de un reloj con tanta miscelánea de detalles?…  ¿De verdad quieres que sigamos siendo extraños?

Escribir un comentario