Toca la teoría y práctica de los adornos rotos de la Carta a los Reyes Magos, es un beso icónico, de esos que quedan a la vuelta, con todas sus vertientes… Uno ensaya, aparece y traga, forma parte. Trama, y por poco mantiene todos los perfiles: dinero, salud y ese formar parte de unos y otros… Me canso, sí. Hasta que la piel también empieza a caer en la cuenta y ensaya ese viejo mundo de la proximidad con todo… ¡Cuánta gente quiere ese vuelco!, ¡cuán!… ¡Quién fuera pobre y no tuviera ni deseos!… si esos mis bichos hablaran, ¡Pufff! y encima blanco, negro, pelirrojo y su puta madre, soy de todos los colores, y cargando peso, como si la corona ésta de los cojones sustentase… ¡quién fuera visitante siempre en todas las chimeneas por las que perderse!

Viento al sur y viento al norte esto está en plena actividad, bailotea hasta el amanecer, la casa es especial, justamente es revuelo, sellos de todos los individuos, álbumes y viandas para no desfallecer. Piedras no puedo querer, anillos tampoco, que el contacto sube los silencios a las catarsis y todo se nos vuelve racional. Prefiero soñar, ser visitante, traer, perder y ser en esa unidad, ruptura y falsedad de los sentires de los cansancios ajenos.

La verdad, desde que soy mago no sé de otras miradas sin igual. Ellos y ellas prestan su talento al no creer, y lo demás hace magia por todo lo que fue. Se rebusca y se encuentran pasitos sueltos y se resuelve… digamos que siempre se puede, que algo queda de estos días para lo que nos resta de año, que es mucho. Mar adentro y mar afuera tiene que durar la Navidad. Fuera del todo no se es nada… Y para cuando las caricias del desorden que uno deja adviertan, sabed que todos los estilos son necesarios… creedme, sí, todos, todos, todos: no son lo mismo todas las riquezas que se ven desde aquí, por eso del modo de ayudarse, que ya se ocuparán las escaleras de hacernos extraños.

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