Había cruzado la zona de juegos. Esa mañana el paseo en bici al bosque había resultado más estimulante y placentero que nunca. Aún recordaba con nitidez la última vez que le pasó lo mismo. Y los tenues chirridos a altas horas de la mañana debajo de los columpios para bebés.

Nicky, la que no era una gran aficionada al mar en otro día no muy cálido de principios de verano, y quien antes tuvo el cabello rizado y teñido de un cincelado caoba.

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