Tag: casarse

18
Ene

Cuando la luciérnaga levantó el vuelo

Fue mucho después cuando la luciérnaga levantó el vuelo. Todo empezó en la residencia de estudiantes, hacía veinte años. El suicidio de su mejor amigo le condicionó hasta que se desengañó, tras asumir las culpas en primer término. La novia de éste jamás le perdonó, y eso que se llegaron a casar y a tener dos hijos, superando juntos la melancolía de la pérdida al reencontrarse el último año de carrera y comenzar juntos una actividad profesional de mucho éxito.

Si bien, allí donde todo debería cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. Les hizo retroceder a su juventud y verse años antes culpables, echándose la culpa el uno a la otra, y viceversa, por aquella cuerda que bajó de ese olmo gigantesco y del cual colgaron a Toni, quedándose al pie del árbol.

La cuestión monetaria también contaba. Mucho más que las lágrimas que afloraron por los ojos de Patricia tras el orgasmo más triste que jamás había sentido, en aquella adolescencia crecida y con el follaje del bosque protegiéndolos, recordando aquel silencio a todas las lluvias del mundo.

Morir no les daba miedo; el futuro de sus hijos sí. Y que creyeran que no les habían querido lo suficiente. A mediados de semana se resolvería el juicio de la custodia. El otro lo contemplaban cada vez que se acostaban y miraban al techo, juntos o separados. O a la pared, o cuando tenían hambre. Con el tiempo la cabeza se les fue embotando, máxime cuando en mayo recibieron una carta de la madre de su amigo.

Hubieran preferido tres febreros seguidos.

PEBELTOR

22
Oct

Belleza deshabitada

Nicoletta cuando se perfumaba se daba un toque transgresor, aunando rebeldía y dinamismo. Lo hacía poco. Eso de ser moderna y rebelde ponía a tono hasta al morir de los sabios en esas tierras. Llegó un punto en el que la mera proximidad con ella se traducía casi en un dolor físico. Dejar tras de sí esos toques florales orientales, fundiendo bouquets de violeta, osmanto japonés, jazmines, rosas y el ámbar y la vainilla arrebataba. Necesitaba mediar consigo misma, en una cultura poco habituada al liderazgo femenino, al menos, de cara a la opinión pública. Su hacer lo compartía con las grandes empresarias china, como Yang Huiyan, Pansy Ho y Wu Yahun. La reforma y la reapertura de toda una sociedad requerían de esa permanente contención o se quedarían circunspectos algunos en las familias. Las chinas, en su mayoría, por capitalización de sus acciones y formación, no necesitaban a priori casarse con altos funcionarios chinos, si bien, era una práctica habitual a pesar de los méritos monetarios tan dispares. Las conexiones con el crimen organizado se penaban severamente si salían a la luz pública. No había que fiarse del que se fiaba de todos.

La importancia de verse

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