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3
Ago

La Galicia Mexicana

Fueron tantos los posibles títulos que, llegado el momento del registro, todas esas fases de vivencias y escritura se solaparon. Que si El hombre que no sabía querer, El Centro Gallego en México, El pueblo de los helicópteros, Y allí no pasó nada, u otros. Finalmente, La Galicia Mexicana refleja la pobreza que no se veía, la extrañeza que separa el amor a los hijos y la necesidad de un espacio propio, o la ausencia de algo indefinido que lleva todo emigrante.

Galicia como el séptimo cielo, tal que la ayuda que prestan los amigos y limosnas de gobiernos. Un eco pintado, y ese porvenir en que los padres se quedan confinados.

Y México como la realidad tozuda, casi de manera demoníaca, para obligarse a ser más fuerte de lo que en realidad se es; con solo el amor pareciendo inquieto.

Lugares evanescentes, de gentes con distintivos; días rotos y hombres fatales. Lugares también sólidos, que no impalpables, livianos, etéreos. De días de confrontación, mariachis y corridos. Más las mujeres cansadas de llenar sus espacios vacíos con cosas que no necesitan y personas que no les gustan. Pero mujeres, al fin y al cabo, con la facilidad de ser profundas hablando de temas ligeros, yendo a la verdad del asunto y a lo imperecedero.

Para todos, el dolor ajeno es la nacionalidad más temida. Lo peor.

Acoger esa inconmensurable belleza, y que se susurrasen nombres, hechos, sin que la música de los días limpiase el dolor, ni otros muchos logros, es lo que el autor pudiera haber conseguido unir, alimentando la desmemoria y las frustraciones, desestructurando las realidades menos contadas y las voces necesitando un altavoz. Sí, de esa Galicia de concellos y parroquias como Avión.

A veces ser una zorra es lo único que se puede ser, porque si nos enseñaran a perder ganaríamos siempre; se deduce del valor que huye de cualquier precio.

Avión fue como un cielo en nosotros mientras se dejó escribir. México el quite, palabras del día a día; la ilusión de vivir.

Un libro, un título, en donde el autor ha muerto algunas veces, pero donde algunas muertes siguen vivas. Nena Parva iba a ser otro de los títulos. Quizás ese ha sido el gran acierto o error del libro, el bazar de la caridad de las nenas parvas y todo cuanto suena a gallego, en ese galardón de infinitud que envolvemos todo lo que nos gusta, ahogándonos en nuestra propia ausencia.  

Esperando no haber sido justo en la injusticia, que los dioses nos conserven los sueños, incluso cuando sean imposibles, y nos concedan buenos sueños. Porque de algunos episodios mejor no acordarse de nada, dado que el que mata a su familia los mata a todos.

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